Música clásica y heavy: ¿enemigos irreconciliables?

Dos profesores del Conservatorio de Madrid analizan cinco canciones de grupos modernos de metal

“La tragedia de Mozart se basa en gran parte en el intento de transgredir por sí mismo como persona, pero también en su creación, los límites de la estructura de poder de su sociedad […] Representaba al artista libre que confiaba en gran medida en sus dotes individuales, en un tiempo en el que la interpretación y la composición de la música […] estaba exclusivamente en manos de músicos-artesanos empleados en puestos fijos en parte en las cortes, en parte en las iglesias de las ciudades”.

La cita pertenecen a la obra Mozart: Sociología de un genio, escrita por el sociólogo alemán Norbert Elias. Su análisis de la figura del músico y la relación existente entre sus composiciones y su contexto social me vino a la cabeza un tiempo después de leer el libro, al ver el documental Metal: A headbanger’s journey, en el que el antropólogo canadiense Sam Dunn investiga las raíces culturales de su gran pasión: el heavy metal.

En un momento de la cinta, uno de los entrevistados, el escritor y periodista Malcolm Dome afirma lo siguiente: “Yo aún creo que si Wagner viviera hoy en día, probablemente tocaría en Deep Purple, o Beethoven podría haber sido feliz tocando en Led Zeppelin”. Esta hipótesis es incomprobable. No ocurre lo mismo con la tesis del productor Bob Ezrin, quien asegura en el documental que “las raíces clásicas del heavy metal son bastante obvias”. “Diría que la mayoría de los adeptos”, continúa; “los realmente buenos, fueron fanáticos de la música clásica oscura, poderosa y pesada, como la de Wagner”.

Más allá de las múltiples versiones heavies que evidencian la existencia de ese gusto (ver lista de reproducción), ¿existe una influencia de la música clásica en los compositores de metal modernos? Les he pedido a Enrique Igoa y Alejandro Román, profesores del Real Conservatorio Superior de Música de Madrid, que analizaran algunas canciones y me dieran su opinión sobre la calidad de las composiciones, de la ejecución técnica, las posibles influencias clásicas, la originalidad y el interés de la propuesta… No se trata de bandas de heavy clásico, sino de grupos de diferentes vertientes surgidas de la evolución del mismo. Estos son los resultados*.

1. What a horrible night to have a curse, de The Black Dahlia Murder (por Enrique Igoa)

Sin ser en absoluto un experto en heavy metal o rock duro, me parece un tema normalito, con cuatro o cinco acordes, lo mínimo que puede hacerse, y algún que otro efecto, pero nada comparable a lo que ya han hecho hace años grupos como Sonata Arctica, por ejemplo. No veo nada original ni especialmente memorable. Es un tema muy lineal, sin contraste entre secciones. Lo oyes una vez y es suficiente, no hay más que sacar de la estructura, la armonía, las tonalidades, el cambio de acordes, la melodía…. No sé cómo de difícil es desde el punto de vista de la ejecución, no he escuchado más temas como para juzgar. Se defienden bien, pero no me llama la atención, como sí ocurre con Protest the hero.

2. Limb from limb, de Protest the hero (por Enrique Igoa)

Estos chicos son otra cosa. El tema es de una gran calidad desde todos los puntos de vista, más allá del género y de que guste o no la forma de cantar y el contenido o la simbología. La armonía es muy interesante y compleja, con frecuentes cambios y originales modulaciones entre diferentes tonalidades, aparte del empleo de acordes inusuales como la 7ª disminuida. La estructura rítmica también es cambiante, con pasajes en subdivisión binaria y ternaria que proporcionan gran flexibilidad al tema. Otro aspecto importante es la riqueza de la parte guitarrística, con líneas melódicas complejas y muy bien acopladas entre ellas en una estructura contrapuntística de primer nivel. La textura (combinación de instrumentos) y la tímbrica es muy variada, con constantes cambios en las combinaciones instrumentales que se combinan con los aspectos rítmicos en una especie de recorrido por muchos ambientes. La canción tiene una estructura que no es habitual, está muy pensada, es algo único. Cada cambio está asociado a cambios en la armonía, las tonalidades, y la textura. Los solos de guitarra a una y dos voces están muy bien. Es difícil de hacer, se ve mucho nivel técnico, que la formación del compositor no es la de uno que toca dos acordes en la guitarra. Es muy seria y solvente, de alguien que conoce bien la armonía, la música clásica, y aplica muchas de sus técnicas con coherencia al género del metal. Es un pequeño poema sinfónico, una obra muy elaborada y original.

3. Schism, de Tool (Por Alejandro Román)

Es un tema bastante complejo en el ritmo, no tanto en el tratamiento melódico ni armónico, pero sí en la forma. Tiene muchas partes diferentes, con influencia del rock progresivo en el fondo y del metal en las formas, sobre todo por la instrumentación y sonidos buscados tanto por las guitarras, como por la batería, incluso en algunos momentos por la voz. En definitiva, tiene un desarrollo musical y una complejidad rítmica muy reseñables. Hay compases que cuesta bastante sacar, tocar eso es complejo, no son unos musiquillos que tocan un poco. Después de una breve introducción de guitarra en compás de 4/4, comienza un ostinato rítmico complejo que plantea el bajo sobre una rueda de 5/8+7/8. Los puentes entre estrofas y para dar paso a otras partes de la forma suponen una mínima variación, pero suficiente para complicar el ritmo y su escucha (3/8+3/8+7/8).  Una nueva sección se produce tras breves variaciones rítmicas del ostinato que añaden una complejidad adicional al entramado, con un tempo distinto y nuevamente los compases de amalgama se producen, esta vez con alternancia de 4/4 y 2/4, cuya estructura se repite en cuatro ocasiones. De nuevo aparece el ostinato rítmico del puente, que da paso a una parte bastante extensa instrumental de la guitarra con sonidos de sintetizador añadidos, en una amalgama de compases 6/8+6/8+6/8+3/8+6/8. Se llega al final con una sección que varía bastante en relación a compases, tratamiento de voces, y juegos con la batería, que acaba con un redoble de doble bombo. La grabación e interpretación es impecable, ya que la pieza tiene una dificultad considerable en su ejecución rítmica, pero estaría muy bien escucharla en directo para comprobar si el grupo es también solvente en esta situación.

4. Oblivion, de Mastodon (Por Alejandro Román)

Interesante trabajo de composición el que presenta Mastodon con Oblivion, un tema en el que subyace una base de rock metalero, pero donde el tratamiento de las voces, las armonías, el desarrollo formal y los timbres instrumentales se acercan mucho más a un tipo de rock progresivo que recuerda al de Dream Theater, por ejemplo. Tras una introducción instrumental protagonizada por las guitarras comienza sorpresivamente la primera estrofa con un evidente cambio rítmico y armónico, donde el tempo se acelera y el compás cambia a de 4/4 a ¾. La estrofa es cantada por el baterista, Brann Dailor, con una entonación limpia a la que da el relevo el bajista Troy Sanders. Ésta da paso a una nueva sección, el estribillo en 4/4, que canta el guitarrista Brent Hinds. Es de destacar la variedad tímbrica que produce el que sean tres vocalistas diferentes quienes afronten el tema, una canción más cerca formalmente de los estándares del pop y del rock, pero que tiene demasiados elementos distintos como para ser englobado dentro de estos estilos, entre ellos el sonido, cierta complejidad rítmica y la instrumentación. Se trata de un trabajo muy redondo en todos los sentidos que puede atrapar tanto a seguidores del metal como a amantes del rock en general. Mastodon me parece el más redondo en toda su propuesta de los tres grupos analizados. Sin ser tan complejo rítmicamente como Tool, tiene una parte melódica, armónica, de modulaciones, mucho más interesante para mí. Me parece un grupo bastante sólido.

5. Oroborus, de Gojira (Por Alejandro Román)

Son quizás los que proponen menos, en el ritmo no hay nada especial, como lo puede haber por ejemplo en bandas como The Dillinger escape plan, que tienen una propuesta musical brutal. Gojira es más pobre, lo que más me llama la atención es la temática y la letra,  poética y muy bien construida en inglés, aun siendo originarios de Bayona (Francia). Da rienda suelta a la imaginación desde temáticas míticas, en este caso el uróboros, la serpiente enroscada en sí misma que simboliza el ciclo eterno de las cosas, la lucha eterna o bien el esfuerzo inútil, ya que el ciclo de vida y muerte vuelve a comenzar a pesar de las acciones para impedirlo. En cuanto a la música, rítmicamente se engloba dentro de las prácticas habituales de los grupos de death metal, con compás de 4/4, subdivisión casi continua en semicorcheas, alguna anticipación rítmica y poco más. Eso sí, la introducción instrumental está construida de forma irregular, es decir, con una frase de tres compases, otra de cuatro y las dos siguientes de tres.  Este esquema se repite con una variación final que da paso a la estrofa de dieciséis compases, muy cuadrada. De nuevo la introducción sirve ahora de puente, que da paso a la segunda estrofa. Un puente con un continuo doble bombo en semicorcheas da paso a una nueva sección vocal donde el bombo continúa su perorata. Una parada de ritmo con las guitarras como protagonistas dando un fondo lleva a una nueva parte vocal que lleva inexorablemente a un final que depara una sorpresa al oyente, ya que después de una música tan enérgica aparecen unos celestiales y atmosféricos sonidos de sintetizador que duran unos segundos para de repente cortarse sin más. El tema está interpretado con total precisión rítmica y buen empaste instrumental. El tratamiento vocal es el propio del estilo, en el que predomina lo gutural sobre la melodía, aunque con algunos matices (en algunas partes la voz se torna algo más melódica).

Como conclusión diría que es un tema de metal con algunas pinceladas progresivas, sobre todo en algún aspecto rítmico, el teclado de la coda y la temática de la letra. Gojira, como Mastodon y Tool, quedan muy lejanos de la música clásica. Si acaso se pueden acercar más a la clásica contemporánea, pero están lejanos, ninguno de los tres es sinfónico. Tienen partes instrumentales bastante amplias que alargan los temas, le dan más vuelo de lo que sería un tema tradicional de pop o rock, lo que enlaza un poco con la idea del rock más sinfónico, pero no lo llevan a las últimas consecuencias, como sí hace por ejemplo Dream Theater.

*Los análisis están escritos a partir de textos que me enviaron los profesores por correo y de sus posteriores comentarios en sendas conversaciones telefónicas.

Acerca de Daniel Castresana

Soy periodista, licenciado en la Universidad Complutense de Madrid. También he estudiado el Máster de Periodismo del diario El País. Trabajé tres años en la cadena de televisión CNN+ y uno en El País. En 2013 viví en Guayaquil (Ecuador), donde trabajé en el diario Expreso.

Publicado el 17 julio, 2014 en Cultura, Música y etiquetado en , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , , . Guarda el enlace permanente. Deja un comentario.

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